Jueces y fiscales, abogados de nuevo cuño.
Causa sonrojo observar a estos nuevos Letrados ejercientes, todo sea por la gracia de los emolumentos, dando lecciones de defensa cuando muchos de ellos en su anterior labor hicieron todo lo contrario a lo que ahora postulan.
Acaparan defensas de ricos y poderosos -nunca les verás en el turno de oficio de madrugada en una inmunda comisaría- intentando compaginar su sapiencia con algo que no da la oposición: el alma del abogado en ejercicio.
Estéril intento.
Cuando, como es el caso de los llegados de la Audiencia Nacional, has sometido tu quehacer al populismo punitivo mas rechazable, realizado cambio de cromos con otros compañeros de Sala y Fiscalía y acaparado titulares de prensa preparando ese futuro desembarco en la abogacía que ahora llegó, es imposible ponerte en la piel del abogado en ejercicio sufriente que fue maltratado por escrito y en persona por esas resoluciones que entonces ellos mismos dictaban (jueces) o no recurrián (fiscales).